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"No Culpable" en el Proceso de Nuremberg
Los argumentos de la defensa

 
Por Carlos W. Porter

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RUDOLF HESS

Según el informe de Robert H. Jackson (citado por el juez Bert. A. Röling del Tribunal de Tokio, cfr. «A Treatise on International Criminal Law«, vol. 1, pp. 590-608, edited by M. Cherif Bassiouni and Ved F. Nanda, Chas Thomas Publisher), los británicos, franceses, y soviéticos en Nuremberg no querían acusar a los alemanes de «guerra agresiva«, por razones bien evidentes. Esta acusación fue inventada por los norteamericanos con un objectivo único, expreso y admitido: justificar las numerosas violaciones al derecho internacional por parte de los norteamericanos.

Estas acciones ilegales incluían el Lend Lease Programme; los servicios de escolta y reparación de navíos de guerra británicos durante dos años antes de Pearl Harbor; el permiso dado a navíos de guerra británicos de disfrazarse de navíos norteamericanos mientras que Norteamerica era todavía oficialmente neutral; la declaración ilegal de un límite marítimo de 300 millas; la ocupación de Islandia; la comunicación a los británicos de los movimientos de submarinos alemanes e italianos; los ataques con bombas y por medio de colisiones contra submarinos alemanes e italianos a partir de julio de 1941; y otras acciones obviamente indicativas de «guerra agresiva«.

Así, Rudolf Hess fue encarcelado durante 47 años no tan sólo por acciones que no eran ilegales (su tentativa heroica de poner fin a la guerra, salvar millones de vidas humanas, e impedir la destrucción de Europa y el imperio británico), sino por «crímenes« que se inventaron para disimular los crímenes de sus acusadores.

No se alegó en Nuremberg que Alemania hubiera cometido una «agresión« contra Gran Bretaña y Francia; si Gran Bretaña y Francia cometieron o no una «Agresión« contra Alemania, nunca se llegó a resolver (IX 473 <<525>>; XVII 580 <<629>>).

Hess fue acusado de haber conspirado al realizar tentativas para que Gran Bretaña se retirase de la guerra para facilitar el ataque de Hitler contra la Unión Soviética. Su defensa fue que su acción se motivó por sinceridad pura; no sabría nada acerca de un ataque contra Rusia.

El cierre de la defensa de Rudolf Hess aparece en XIX 353-396 <<390-437>>. En su declaración final, casi la única que hizo (XXII 368-373 <<420-425>>), da la impresión de ser un hombre capaz de hacerse totalmente el loco en un momento dado, pero brillantemente lúcido, sano, y lógico un momento después. Es posible que tal condición hubiera sido adquirida en la Gran Bretaña.

Photo: Escombros del avión piloteado por Rudolf Hess hacia Inglaterra en su esfuerzo heroico de poner fin a la guerra, con el resultado de su condena por «crímenes contra la paz«.

RUDOLF HÖSS

Rudolf Höss fue el comandante de Auschwitz, cuyas supuestas «confesiones« habrían «probado« que Hitler habría gaseado a seis millones de judíos (o cinco millones, la cifra normalmente citada en el proceso de Nuremberg). Su «confesión« mejor conocida es aquella citada por William L. Shirer en las páginas 968-969 de The Rise and Fall of the Third Reich.

Este documento, Documento 3868-PS, debe ser estudiado en su contexto. La «declaración« escrita ex-parte (eso es, sólo uno de los interesados está presente) fue uno de los principales instrumentos de la parte acusadora en los procesos medievales por brujería. Este método desapareció durante varios siglos para reaparecer en los procesos-espectáculo comunistas por crímenes de guerra.

Estos documentos constituyen una infracción de numerosas reglas de proceso penal normalizado, por ejemplo, la regla contra el uso de cuestiones sugestivas; la regla contra la presentación de declaraciones anteriores concordantes (esto es, la fabricación de pruebas por multiplicación, diciendo la misma cosa 10 veces; normalmente tales declaraciones sólo se presentan cuando contradicen declaraciones hechas más tarde); el derecho del acusado de confrontar a su acusador y de contra-interrogarlo, así como el privilegio contra la auto-acusación. Las «pruebas« presentadas en los procesos de crímenes de guerra ni siquiera serían admisibles delante de un consejo de guerra. Aun en 1946, la presentación por la fiscalía de declaraciones escritas delante de tribunales militares en casos capitales fue prohibido por el artículo 25 de los US Articles of War (artículos de guerra norteamericanos). El artículo 38 exigía el uso de las reglas normalizadas de evidencia federal (Federal Rules of Evidence).

En el proceso de Nuremberg, no existió jamás la más mínima pretensión de que Höss hubiera escrito este documento personalmente. De ser así, el documento diría, no «Comprendo el inglés como ha estado escrito encima«, sino «He escrito este documento yo mismo«. En los procesos de crímenes de guerra de menor importancia (Hadamar, Natzweiler), es corriente hallar «confesiones« escritas enteramente en la escritura del interrogador, en inglés, con una declaración al final en la escritura del prisionero, en alemán, que afirma que las declaraciones han sido hechas por él, y que se declara satisfecho con la traducción al inglés!

Otra fórmula se halla en la página 57 del volumen Hadamar de War Crimes Trials, escrito por el acusador Sir David Maxwell-Fyfe: «I certify that the above has been read to me in German, my native tongue (Certifico que el precedente se me ha leido en alemán, mi lengua madre)« (en inglés).

La pretensión era que el prisionero habría sido interrogado bajo la forma de preguntas y respuestas; las preguntas habrían sido suprimidas después, y las respuestas reagrupadas bajo la forma de una declaración, normalmente por otra persona que el interrogador quien había hecho las preguntas.

En el proceso Belsen, por ejemplo, todas las declaraciones fueron escritas por un solo oficial, Major Smallwood. En este proceso, una especie de proceso Auschwitz-Belsen fusionados, los abogados por la defensa, británicos y polacos no comunistas designados por el Tribunal, demolieron totalmente el caso de la fiscalía -- incluso las «selecciones para los gaseamientos en masa« -- pero sus argumentos fueron rechazados bajo el pretexto de que las declaraciones involuntarias y las evidencias de oídas serían admisibles «no para condenar a los inocentes, sino para condenar a los culpables« (Law Reports of Trials of War Criminals, Vol. II (este pequeño volumen debe leerse en su integridad).

Después de la preparación de la declaración por el oficial que no hacía nada más que escribir «declaraciones«, fue presentada al prisionero para su firma. Si rehusaba firmar, la declaración se presentaba al tribunal como prueba de todas formas; en la jerga de los procesos de crímenes de guerra, toda objección se aplicaba contra el «peso« del documento, y no contra su «admisibilidad«.

Un ejemplo de una declaración no firmada por Höss es el Documento NO-4498-B. La letra B quiere decir que el documento es una «copia«, con firma hecha con máquina de escribir, de un documento original, Documento NO-4498-A, escrito en polaco, que se pretende que fue firmada por Höss. Está también el Documento NO-4498-C, en inglés. Las declaraciones A y C no son anexadas a la declaración B, la pretendida «copia conformada«.

El Documento 3868-PS, citado por Shirer, fue firmado en inglés, 3 veces, pero nunca en la «traducción« al alemán, fechada 3 dias más tarde. El documento contiene una modificación insignificante firmada por Höss con una inicial, una «h« minúscula, y una frase entera en la escritura del interrogador (compárense las «W« mayúsculas), no firmada por Höss. La inicial, es evidente, está allí para «probar« que Höss ha «leído y corregido« el documento. El contenido de la frase está refutado en otra parte (XXI 529 <<584>>).

Cuando la declaración era presentada al prisionero, muy a menudo era extensivamente corregida, lo que resultaba en 2 o más versiones del mismo documento. En estos casos, las versiones más largas son «citadas«, mientras que las versiones más cortas quedan «perdidas«. Un ejemplo de esta práctica es el Documento D-288, citado por William L. Shirer en las páginas 948-949, la declaración de Wilhelm Jäger (véase Albert Speer).

Jäger testificó haber firmado 3 o 4 copias del mismo documento, que además fue mucho más corto. La declaración más corta fue originalmente presentada contra el viejo Krupp antes de que se abandonara la prosecución de Krupp. En esta, la más larga, la traducción al inglés está fechada antes que el documento «original«. La aparición de Jäger ante el Tribunal supuso pues un desastre total, pero eso queda olvidado (XV 264-283 <<291-312>>).

Si el signatario aparecía para testificar, contradecía invariablemente su declaración, pero las contradicciones habrían de quedar olvidadas. Entre los signatarios de declaraciones cuyas apariciones delante del Tribunal fueron catastróficas se hallan, entre otros, el General Westhoff, quien contradijo su «declaración« no jurada 27 veces (XI 155-189 <<176-212>>); y un «experto en guerra bacteriológica«, Schreiber (XXI 547-562 <<603-620>>). La declaración de Paul Schmidt (Schmidt era el intérprete de Hitler), Documento 3308-PS, se le presentó para su firma mientras estaba demasiado enfermo para leerla correctamente, y fue parcialmente repudiada por él más tarde (X 222 <<252>>). Se utilizó esta declaración contra Von Neurath de todas formas, a pesar de haber sido repudiada por Schmidt (XVI 381 <<420-421>> XVII 40-41 <<49-50>>). Ernst Sauckel firmó una declaración escrita antes de su llegada a Nuremberg (XV 64-68 <<76-80>>); fue firmada bajo amenaza (de lo contrario su mujer y 10 hijos hubieran sido entregados a los polacos o a los rusos).

Dado que los firmantes raramente escribían (si es que lo hicieron realmente alguna vez) sus propias «declaraciones«, es común hallar frases o párrafos idénticos, o casi idénticos, en diferentes documentos, aun cuando se pretende que han sido preparados por diferentes personas en fechas diferentes, por ejemplo, Declaraciones 3 y 5 de Blaskovitz y Halder (Pruebas 536-US y 537-US; Documentos URSS-471 y URSS 472 y 473; y Documentos URSS-264 y 272 (declaraciones acerca del jabón de grasa humana).

Entre las declaraciones firmadas por Höss se hallan, entre otras el Documento NO-1210, en el cual se escribió primero el inglés, con extensivas interpolaciones, adiciones, y correcciones e incluso 2 esbozos diferentes de las páginas 4 y 5, tras lo cual fue traducido al alemán y fue firmado por Höss. Es decir, el «documento original« es la traducción, y la «traducción« es el documento original.

El Documento 749(b)D pretende haber sido «traducido oralmente« del inglés al alemán por Höss antes de ser firmado. La firma es débil hasta el punto de ser ilegible, lo que podría posiblemente indicar enfermedad, cansancio, o maltrato. El maltrato ha sido descrito por Rupert Butler en Legions of Death (Hamlyn Paperbacks).

La «confesión« citada por Sir David Maxwell Fyfe el 1 abril 1946 (el día de los tontos) en la cual Höss «confesaba« haber asesinado a cuatro millones de judíos (X 389 <<439-440>>), en vez de los dos millones y medio «confesados« el 5 de abril de 1946, bien pudo no haber existido nunca, o fue rapidamente «extraviada«.

No es verdad que el testimonio de Höss en el proceso de Nuremberg haya consistido, en su mayor parte, de una confirmación de las afirmaciones hechas en su «declaración«; eso es verdad únicamente acerca del re-cuestionamiento de Höss por el Coronel John Amen del U.S. Army.

Al contrario, Höss apareció para testificar, y, como de costumbre, contradiciendose a sí mismo y a su declaración, lo más posible (XI 396-422 <<438-466>>).

Por ejemplo, cuando la declaración afirma (XI 416 <<460>>) «sabíamos cuando las víctimas estaban muertas porque dejaban de gritar« (una evidente imposibilidad toxicológica), su testimonio oral (XI 401 <<443>>, en respuesta a las preguntas altamente sugestivas del abogado para la «defensa« de Kaltenbrunner), omitía que las víctimas hubieran quedado inconscientes, lo que no explica cómo, de hecho, se hubiera podido saber si las víctimas habían muerto.

Aparentemente Höss olvidó mencionar que el matar insectos con Zyklon B requería 2 días, un hecho que no dejó de mencionar en otra parte (Documento NO-036, p. 3, texto alemán, respuesta a pregunta 25; véase también Kommandant in Auschwitz, p. 155). Con un veneno con tal acción retardada, las víctimas se habrían sofocado primero.

Höss habría alegado que la orden de matar a los judíos de Europa había sido impartida oralmente (XI 398 <<440>>), mientras que las órdenes para guardar secreto en cuanto a las matanzas habrían sido dadas por escrito repetidas veces (XI 400 <<442>>. Testificó que unas víctimas habían sido quemadas en fosas profundas en Auschwitz (un pantano notorio) (XI 420 <<464>>); que los dientes de oro eran fundidos sobre el terreno (XI 417 <<460>>); que una evacuación de los prisioneros para evitar su captura por los rusos habría conducida a fatalidades evitables (XI 407 <<449-450>>), y, casi, que no hubo ningún programa de exterminio en absoluto! Vale la pena citar esto último:

«Hasta que estalló la guerra en 1939, la situación en los campos, en cuanto a la comida, el alojamiento, y el trato a los prisioneros fue la misma que en cualquier otra prisión o institución penitenciaria del Reich. Los prisioneros fueron tratados severamente, sí, pero no había la menor posibilidad de golpes o maltratos metódicos. El Reichsführer daba ordenes frecuentes de modo que todo hombre SS que tratase con violencia a un prisionero sería castigado, y muchas veces hombres de las SS que maltrataron prisioneros fueron realmente castigados. La comida y el albergue en aquella época fueron colocados al mismo nível en todos los respectos como para cualquier otro prisionero bajo administración legal. El alojamiento en los campos en este período era aún normal, porque la afluencia en masa durante la guerra no era todavía un hecho. Con el inicio de la guerra y el principio de las llegadas en masa de presos políticos, y más tarde, cuando los presos miembros de los movimientos de resistencia llegaron de los territorios ocupados, la construcción de edificios y la extensión de los campos ya no se podía mantener con los números de presos que llegaban. Durante los primeros años de la guerra, se podía todavía hacer frente a este problema con medidas improvisadas; pero más tarde, debido a las exigencias de la guerra, ya no fue posible, porque ya no nos quedaba casi ningún material de construcción«

(N.B.: Se pretende que los cadáveres hayan sido cremados utilizando madera como combustible.)

«(...) Todo eso condujo a una situación de escasez en la cual los presos en los campos ya no tenían suficiente resistencia física contra las consecuentes plagas y epidemias (...)

«El objetivo no era el tener la mayor cantidad de muertos posible, o de aniquilar el mayor número de presos posible. El Reichsführer tenía que ocuparse constantemente con los problemas en el empleo de todas las fuerzas posibles en las industrias de armamento (...)

«Estos supuestos maltratos y torturas en los campos de concentración, historias que fueron divulgadas en todos sitios entre la gente, y particularmente por los presos liberados por los ejércitos de ocupación, no fueron, como se supone, infligidos metodicamente, sino por jefes, o jefes subordinados, y sus hombres, que arremetían con violencia contra ellos (...)

«Si una historia de esta naturaleza llegaba a mi atención, el reo era naturalmente retirado de su puesto o transferido a otra parte. De manera que, aunque no fuese castigado porqué no había pruebas para mostrar su culpabilidad, era relevado y trasladado a otra posición (...)

«La situación catastrófica al final de la guerra fue causada por el hecho que, como resultado de la destrucción de los ferrocarriles y de los bombardeos constantes de las fábricas industriales, ya no era posible ocuparse de estas masas como se debía, por ejemplo, en Auschwitz, con sus 140.000 prisioneros. Medidas improvisadas, columnas de camiones, y todo lo que fue probado por los comandantes para mejorar la situación, eran inútiles, o casi inútiles. El número de enfermos crecía hasta el infinito. No nos quedaba casi nada de medicamentos, se expandían las epidemias por todas partes. Los presos capaces de trabajar fueron utilizados constantemente por orden del Reichsführer; hasta los semi-enfermos debían ser utilizados en todas partes, todo lo posible para la industria. Como consecuencia, cualquier lugar en los campos de concentración capaz de ser utilizado de alguna manera para el alojamiento, estaba lleno de presos enfermos y moribundos (...)

«Al final de la guerra, aún existían 13 campos de concentración. Todos los otros puntos marcados aqui en el mapa indican los así llamados campos de trabajo, anexados a las fábricas de armamentos situadas allí (...)

«Si hubo maltratos de presos por parte de los guardias -- personalmente no los he visto nunca -- entonces, era posible sólo hasta un cierto punto, porque todos los oficiales responsables de los campos tomaban medidas para asegurarse de que los hombres de las SS tuvieran el menor contacto directo posible con los prisioneros, ya que gradualmente con los años, el personal de guardia se había deteriorado hasta tal punto que ya no se podían mantenerse las viejas normas (...)

«Teníamos miles de guardias que casi no hablaban alemán, que venían de todos los paises del mundo como voluntarios y que se alistaban en estas unidades; o teniamos hombres más viejos, entre 50 y 60 años, a quienes les faltaba todo interés en su trabajo, de manera que un comandante debía preocuparse constantemente para asegurarse de que cumpliesen hasta con las normas más ínfimas de sus deberes. Ademas, era obvio que había elementos entre ellos que maltratarían a los presos, pero tales maltratos nunca fueron tolerados. Además, ya no era posible hacer que los hombres de las SS dirigieran estas masas al trabajo y en los campos; de modo que se debía delegar presos para dar instrucciones a otros presos y hacerlos trabajar, y ellos tenían la administración del campo casi exclusivamente en sus manos. Es evidente que hubo muchos maltratos que no se podían evitar, porque por la noche no había casi ningún miembro de las SS en los campos. No les era permitido a los hombres de las SS entrar en los campos salvo en casos específicos, así que los presos eran más o menos expuestos a sus superiores presos.«

Pregunta (del abogado de la defensa de la SS, Dr. Blobel):

«Ya mencionó usted las regulaciones que existían en cuanto a los guardias, pero hubo también un reglamento establecido por todos los campos. En este reglamento de los campos, se establecían los castigos a los presos que hubieran cometido infracciones contra las regulaciones de los campos. xDe que castigos se trataba?«

Respuesta:

«Primero, traspaso a una «compañia penal« (Strafkompanie), esto es, trabajo más duro, y restricciones en el albergue; después, detención en el block de celdas, detención en una celda oscura; y en casos muy graves, el ser atado con cadenas o esposas. El castigo con los grilletes (Anbinden) fue prohibido en el año 1942 o 1943, ya no sé exactamente cuando, por el Reichsführer. Después, estaba el castigo de tener que cuadrarse durante largos períodos a la entrada del campo (Strafstehen), y luego, castigos con golpes. No obstante, estos castigo por golpes no se podían decretar por cualquier comandante independientemente. Debía ser solicitado.«

-- Testimonio oral de Rudolf Höss, 15 abril 1946 (XI 403-411 <<445-454>>).

Höss parece haber estado motivado por el deseo de salvar a su mujer y 2 hijos, y de salvar a otros acusados por medio de un testimonio según el cual sólo 60 personas habrían tenido conocimiento acerca de los exterminios en masa. Höss parece haber intentado salvar a Kaltenbrunner por medio de una implicación de Eichmann y Pohl, que todavía no habían sido capturados. (Para un caso similar, véase la declaración de Heisig en su tentativa de implicar a Raeder, XIII 460-461 <<509-510>>).

Höss fue un «testigo de la defensa«, cuyo contra-interrogatorio por la fiscalía fue interrumpido por la fiscalía misma (XI 418-419 <<461-462>>). Puede ser que tuvieran miedo de que Höss echase abajo todo el edificio de mentiras.

La famosa «autobiografía« de Höss, «Kommandant in Auschwitz«, probablemente establecida en forma de preguntas y respuestas durante interrogatorios a modo de una gigantesca «declaración«, y luego escrita de cuerpo entero para ser copiada en la escritura de Höss, no es mucho mejor. En este libro, texto alemán, los fuegos de la cremación habrían sido visibles a muchos kilómetros (p. 160-161), el hedor habría sido perceptible a kilómetros de distancia (p. 159). Todo el mundo en la región habría sido consciente de los exterminios (p. 159), las víctimas sabrían que habían de ser gaseadas (p. 110, 111, 125), sin embargo aún era posible engañarlas (p. 123-124); véase también el Documento 3868-PS), y sus familiares no sabrían nunca nada (p. 129-130). Höss era un alcohólico crónico que «confesaba« estas enormidades después de haber bebido (p. 95) o cuando se le torturaba (p. 145). No es cierto que, según p. 126 de este libro, texto alemán, los cadáveres hubieran sido retirados de las cámaras de gas por los Kapos mientras comían y fumaban, y/o no llevaban mascaras de gas; el texto no dice eso. (Robert Faurisson ha probado que Höss hizo tal afermación, pero otra parte, durante una «interrogation«.)

La «traducción« polaca de este libro, publicada antes del «texto original« alemán, parece concordar con el texto alemán, con excepción de nombres de lugares y fechas que no aparecen. Esto es, el polaco es muy probablemente el idioma original, habiendo sido insertados después los detalles en la versión alemana.

Los textos integros y no expurgados de las «obras completas« de Rudolf Höss (?), (en polaco), son disponibles solicitando un préstamo internacional bibliotecario (Wspomnienia Rudolfa Hössa, Komendanta Obozu Oswiecimskiego).

PROCESOS DE«CRIMENES DE GUERRA« JAPONESES

Mientras que los acusados alemanes fueron condenados por haber fabricado el «jabón humano« (tomado en serio en la séptima edición del prestigioso Oppenheim & Lauterpacht's International Law, vol. II, p. 450), los acusados japoneses fueron condenados por haber fabricado «sopa humana«.

No se trata de un simple juego de palabras, ni de un error de imprenta («Soap/Soup«); al contrario, en 1948, se consideró como un «hecho comprobado« que los japoneses eran una raza de caníbales incurables, a los cuales se les prohibió bajo pena de muerte devorar los cadáveres de sus propios muertos, pero a quienes se les fomentaba oficialmente comer a los norteamericanos. Los norteamericanos habrían sido servidos fritos, o en sopa; los seres humanos habrían sido devorados aun cuando otros comestibles eran disponibles. Es decir, los japoneses se habrían dedicado al canibalismo preferentemente por gusto más que por necesidad. Las partes del cuerpo preferidas por sus cualidades culinarias serían el hígado, el páncreas, y la vesícula biliar; los chinos habrían sido engullidos en forma de pastilla!

Entre los procesos en los cuales esta acusación pretende haber sido «probado« se hallan, entre otros, U.S. vs. Tachibana Yochio and 13 others, Mariana Islands, 2-15 agosto, 1946; Commonwealth of Australia, V. Tazaki Takehiko, Wewak, 30 noviembre 1945; Commonwealth of Australia vs. Tomiyasu Tisato, Rabaul, 2 abril 1946; y el más complicado de todos los procesos de crímenes de guerra, el International Military Tribunal for the Far East (IMTFE), personalmente controlado por Douglas MacArthur, que comenzó en el mes de mayo 1946 y que duró hasta diciembre 1948 (véase The Tokyo Judgement, vol. 1, pp. 409-410, University of Amsterdam Press, 1977, pp. 49.674-5 del registro literal ciclografiado.

Los 25 acusados que sobrevivieron el proceso fueron todos condenados; 7 fueron ahorcados.

Sus crímenes incluían los siguientes, entre otros:

Preparación, inicio, y ejecución de una «guerra de agresión« contra la Unión Soviética (la Unión Soviética atacó Japón 2 días después de Hiroshima en violación de un pacto de no agresión; en ese mismo día se firmó el London Agreement, en conformidad con lo cual se llevó a cabo el proceso de Nuremberg); preparación, inicio, y ejecución de una «guerra de agresión« contra Francia (Francia se halla en Europa); bloqueo ilegal marítimo y bombardeo sin distinción de las poblaciones civiles (caso contra Shimada; esto es, lo que hacían los británicos en Europa habría sido criminal si los japoneses fuesen culpables); juicio ilegal de «criminales de guerra« delante de un tribunal militar (caso contra Hata und Tojo; véase también U.S. vs. Sawada, probablemente la acusación más hipócrita posible; las víctimas fueron 7 norteamericanos que habían bombardeado sin distinción poblados japoneses, con 80.000 mujeres y niños quemados vivos); y canibalismo. No se pretendió que los acusados hubieran devorado a nadie personalmente.

Las «pruebas« incluían:
- informes de comisiones soviéticas de crímenes de guerra
- informes de comisiones chinas de crímenes de guerra
- informes soviéticos basados sobre documentos japoneses, que no se anexaron a los informes
- sumarios de las agresiones militares japoneses en la China (establecidos por los chinos)
- 317 Judge Advocate General War Crimes Reports (informes de comisiones de crímenes de guerra norteamericanos, total: 14.618 páginas); estos informes pretendian «citar« (al menos así se suponía) los documentos japoneses «capturados«, tales como diarios personales, confesiones de canibalismo, órdenes de cometer exterminios en masa, órdenes de gasear a los prisioneros en islas remotas del sud- Pacífico, etc.; los documentos «capturados« no se anexaron a los informes; las pruebas de su autenticidad (y existencia) naturalmente no se exigieron nunca;
- declaraciones de soldados japoneses presos en Siberia
- declaraciones de soldados japoneses refiriéndose a los japoneses como el «enemigo«
- declaraciones de oficiales del Ejército Rojo
- declaraciones de aborígenes analfabetos de pequeñas islas en el sud- Pacífico
- recortes de periódicos norteamericanos (prueba admisible para la fiscalía, pero normalmente no para la defensa; esto es, acontecimientos en China fueron probados por medio de citaciones del Chicago Daily Tribune, el New Orleans Times- Picayune, el Sacramento Herald, Oakland Tribune, New York Herald, New York Times, Christian Science Monitor, etc.
- las memorias del Marqués Takugawa (escritas en inglés y nunca leídas para él en japonés)
- los comentarios de Okawa (Okawa fue declarado loco e internado en un manicomio, pero se utilizaron sus comentarios como pruebas)
- los testimonios de Tanaka (un testigo profesional pagado por los americanos; Okawa, estando borracho, habría confesado todo a Tanaka; Tanaka «el Monstruo« Ryukichi fue presumiblemente responsable de millones de atrocidades, pero no fue nunca procesado; al contrario, viajaba libremente por todas partes del Japon)
- el diario personal de Kido (rumores acerca de todos los que no gustaban a Kido)
- las memorias de Harada (Harada había sufrido un ataque cerebral, de manera que el texto dictado por él fue ilegible; hasta qué punto seria capaz de recordar, y exactamente lo que habría querido decir, se tenía que adivinar; las traducciones eran sencillas suposiciones; muchas «copias« habrían sido «corregidas« por toda una serie de personas distintas de las personas a las cuales había dictado, y que no estuvieron presentes durante los dictados; además, tenía fama de ser muy embustero).

La respuesta de la fiscalía a los argumentos de la defensa al final del proceso, rechazó todas las pruebas de la defensa bajo el pretexto de que los documentos son los mejores testigos. Si la fiscalía y la defensa citasen el mismo documento, la defensa habría citado fuera del contexto, pero nunca la fiscalía. La evidencia de oídas tendría valor como prueba; los extractos de periódicos tendrían valor como prueba; los testimonios de los testigos de la defensa no tendrían ningún valor de prueba; los contra-interrogatorios serían una pérdida de tiempo.

Cinco de los 11 jueces, William Webb de Australia, Delfin Jaranilla de las Islas Filipinas, Bert A. Röling de los Paises Bajos, Henri Bernard de Francia, y R.B. Pal de India, presentaron sentencias dispares. Pal escribió una sentencia disidente de 700 páginas, en la cual caracterizó las pruebas de la fiscalía acerca de las atrocidades como «carentes de valor en su mayor parte«, remarcando sarcasticamente que esperaba que uno de los documentos estuviera escrito en japonés.

Una particularidad de los procesos de crímenes de guerra es que, lejos de probar cualquier cosa, todos los procesos se contradicen. Se mantuvo en el proceso de Tokio que los chinos tendrían el «derecho« de violar tratados «injustos«, y que los esfuerzos de los japoneses por hacer cumplir estos tratados, debido a su «injusticia«, habrían constituido una «agresión«.

Cuando se dejaron caer las bombas atómicas, Shigemitsu había intentado negociar una capitulación desde hacía casi 11 meses, desde el 14 septiembre 1944. Naturalmente, eso se convirtió en otro crimen: «prolongación de la guerra por medio de las negociaciones«.

Las «pruebas« de las actividades canibalisticas japonesas constan de JAG Report 317, pp. 12.467-8 de la copia transcrita de las audiencias ciclostilada; Documentos 1446 y 1447, pp. 12,576-7, Documento 1873, pp. 14.129-30, y Documentos 2056A y B, pp. 15.032-42.

ALFRED JODL

JODL fue ahorcado por su complicidad en el «Kommandobefehl«, una orden de fusilar a aquellos soldados británicos que combatían vestidos con ropas civiles y que estrangulaban a sus propios prisioneros de guerra (XV 316-329 <<347-362>>).

La defensa de Jodl era que el derecho internacional está provisto para protejer a los hombres que combaten como soldados. Los soldados deben portar sus armas abiertamente, llevar insignias o uniformes claramente reconocibles, y tratar a sus prisioneros con humanidad. La guerra de los partisanos y las actividades de los comandos británicos se prohibían expresamente bajo el derecho internacional. El enjuiciar y ejecutar a tales comandos sería legal si fuera hecho de conformidad con el artículo 63 de la convención de Ginebra de 1929 sobre prisioneros de guerra (N.B. véase también el Dissentient Judgement of Judge Rutledge, U.S. vs. Yamashita, y el Habeas corpus action of Field Marshall Milch.).

En verdad, muy pocos hombres fueron ejecutados como resultado del Kommandobefehl (55 en Europe del Oeste, según Sir David Maxwell-Fyfe, XXII 284 <<325>>. La intención del mismo era de disuadir a los hombres de combatir de esta manera, creyendo que sencillamente podrían rendirse después.

Otro «crimen« fue el haber notificado al Jefe del Ejército que Hitler había repetido una orden ya emitida de que no se debía aceptar ninguna oferta de rendición de Leningrado.

Como tantos otros crímenes alemanes, quedó este sin efecto, puesto que no se recibió ninguna oferta de rendición. La intención era la de forzar a la población a retirarse, dado que sería imposibile alimentar a millones de civiles y de prisioneros, y evitar epidemias. Se dejaron espacios vacíos hacia el Este en las lineas alemanas para permitir el retiro de la población. Kiev, Odessa, y Kharkov habrían capitulado pero fueron minadas, matando a miles de soldados alemanes con bombas de efecto retardado. Se necesitaban los muelles para propósitos militares; los ferrocarriles rusos fueron construidos sobre un ancho de vía distinto del alemán; no hubiera sido posible avanzar suficientes suministros para alimentar millones de prisioneros o judíos medio-famélicos. La mentira soviética de que los alemanes habrían masacrado a millones de presos rusos fue tomada en serio por muchas personas sin conocimiento de la causa de la mortalidad. La copia del documento acerca de Leningrado, Document C-123, no lleva firma.

El caso de Jodl representa lo absurdo de todo el proceso. En palabras de su defensor, el Dr. Exner:

«Asesinato y revolución. En tiempo de paz, esto hubiera significado guerra civil; en tiempos de guerra, el derrumbamiento inmediato del frente y el fin del Reich. Debería entonces haber gritado: Fiat justitia, pereat patria?
La fiscalía parece verdaderamente ser de la opinión de que tal comportamiento pudiera exigirse de los acusados. ÷Qué asombroso concepto! Si asesinato y revolución se pudieran justificar moralmente se tendría que dejar en manos de filósofos y teólogos. De cualquier manera, nosotros juristas ni siquiera podemos discutirlo. xSer obligado bajo pena de castigo a matar al Jefe de Estado? xUn soldado debe actuar asi? Y además, xdurante la guerra? Los que han cometido tales crímenes fueron siempre castigados, pero castigarlos por no haberlos cometido, seria verdaderamente algo nuevo« (XIX 45 <<54>>; XXII 86-90 <<100-105>>).

(En los procesos por crímenes de guerra japoneses, se ahorcaron a los generales por haberse mezclado en política.)

A este respecto, el Dr. Exner dijo: «En una sola página del trial-brief inglés-norteamericano, se lee seis veces: 'Jodl was present at' (Jodl estaba presente). xQué quiere decir eso legalmente?« (XIX 37 <<44>>).

Jodl fue interrogado por uno de los procuradores soviéticos, Col. Pokrovsky, «xSabía usted, que los ejércitos alemanes... ahorcaban a la gente con la cabeza abajo, y asaban a sus prisioneros de guerra a la parrilla? xLo sabía usted?«

A lo cual Jodl respondió, «No sólo no lo sabía, no me lo creo.« (XV 545 <<595>>). El vasto campo de los procesos por crímenes de guerra, resumido en 3 frases cortas. (XV 284-561 <<313-612>>; XVIII 506-510 <<554-558>>; XIX 1-46 <<7-55>>).

ERNST KALTENBRUNNER

Con ocasión del contra-interrogatorio de Ernst Kaltenbrunner, se le preguntó con indignación cómo podía tener el descaro de pretender que él había dicho la verdad y que 20 ó 30 testigos, habían mentido (XI 349 <<385>>).

Los «testigos«, naturalmente, no comparecieron delante del Tribunal; se trataba de nombres escritos en pedazos de papel. Uno de estos nombres es el de Franz Ziereis, el comandante del campo de concentración de Mauthausen.

En su pedazo de papel, Ziereis «confesó« haber gaseado a 65.000 personas, fabricado pantallas de lampara en piel humana, y falsificado dinero. También proveyó una tabla complicada de informaciones estadísticas, incluso una lista de los números exactos de prisioneros en 31 campos de trabajos distintos. Luego acusó a Kaltenbrunner de haber dado la orden de matar a todos los presos del campo (Mauthausen) al avecinarse los norteamericanos.

Ziereis estaba muerto desde hacía ya 10 meses cuando hizo su «confesión«; afortunadamente, la «confesión« habría sido «documentada« por otra persona que tampoco compareció delante del Tribunal -- un prisionero llamado Hans Marsalek -- pero cuya firma aparece en el documento (Documento 3870-PS, XXXIII 279-286).

Las páginas 1 a 6 de este documento estan escritas entre comillas (!), incluso la tabla estadística, que afirma, por ejemplo, que habían 12.000 presos en Ebensee; 12.000 en Mauthausen; 24.000 en Gusen I y II; 20 presos en Schloss-Lindt, 70 presos en Klagenfurt-Junkerschule, etc. en los 31 campos de la tabla.

El documento no está firmado por nadie más que pudiera haber alegado estar presente durante la «confesión«; eventuales apuntes que pudieran haber sido tomados contemporaneamente y anexados al documento parecen no existir. El documento lleva sólo 2 firmas: la de Hans Marsalek, el preso, y la de Smith W. Brookhart Jr., U.S. Army. El documento lleva la fecha de 8 abril 1946. Ziereis murió el 23 mayo de 1945.

Se pretende que Ziereis estaba demasiado enfermo (murió de heridas de bala en el estomago) para firmar nada establecido contemporaneamente, pero habría estado en bastante buena salud para «dictar« este largo y complejo documento, el cual habría sido «documentado« al pie de la letra por Marsalek durante 10 meses y medio. Naturalmente, Marselek no había tenido ningún motivo para mentir! El documento está escrito en alemán. Brookhart fue un escritor fantasma de confesiones, que también escribió las confesiones de Rudolf Höss (en inglés, Documento 3868-PS) y las de Otto Ohlendorf (en alemán, Documento 2620-PS).

(Dirección de Brookhart en 1992: 18 Hillside Drive, Denver, Colorado USA; era hijo del Senador de Washington Iowa.)

La «confesión« de Ziereis continua siendo tomada en serio (mas o menos) por Reitlinger, Shirer, Hilberg, y otros buhoneros ambulantes de pararruchas estilo «Holocaust«.

Kaltenbrunner afirmó que habían 13 campos de concentracion centrales, o «Stammlager«, durante la guerra (XI 268-269 <<298-299>>). El gran total de 300 campos de concentracion afirmado por la fiscalía habría sido obtenido incluyendo campos de trabajo normales. El trigésimo campo, Matzgau, en las cercanias de Danzig, habría sido un campo especial, cuyos presos eran los guardias de las SS y los miembros de la policia que habrían sido condenados por ofensas contra presos a su cargo, tales como maltratos fisicos, malversaciones de fondos, hurtos de efectos personales, etc. Este campo, con su población de presos SS, había caido en manos de los rusos al fin de la guerra (XI 312, 316 <<345, 350>>).

Kaltenbrunner alegó que las sentencias de los tribunales SS y de la policía eran mucho más severas que las de los tribunales ordinarios, por las mismas infracciones. Las SS frecuentemente procesaban sus propios miembros acusados de delitos contra los presos, o por violaciones de disciplina (XXI 264-291, 369-370 <<294-323, 408-409>>).

Metodos de «tercer grado« habían sido permitidos por la ley con el único proposito de obtener informaciones sobre las actividades futuras de resistencia; tales metodos se prohibieron con el propósito de obtener confesiones. Estas interrogaciones requerían la presencia de un médico, y permitían un total de 20 golpes de palo sobre las nalgas desnudas, sólo una vez, un procedimiento que no se podía repetir más tarde. Otras formas de «tortura nazi« eran, entre otras, la detención en una celda oscura, o el estar de pie durante largos interrogatorios (XX 164, 180-181 <<184, 202-203>>; XXI 502-510; 528-530 <<556-565, 583-584>>).

Kaltenbrunner y muchos otros testigos por la defensa alegaron que tales metodos habían sido practicados por oficiales de la policia en todas partes del mundo (XI 312 <<346>>), y que respetables oficiales de policia habían visitado Alemania para estudiar los metodos alemanes (XXI 373 <<412>>).

Las pruebas de la defensa en este y otros asuntos relacionados constan de miles de páginas, divididas entre las audiencias delante del Tribunal y delante de la Comisión, así como de 136.000 declaraciones escritas (XXI 346-373 <<382-412>>; 415 <<458>>, 444 <<492>>).

Kaltenbrunner fue condenado por conspiración en el linchamiento a aviadores aliados que habían cometido bombardeos en masa sobre las poblaciones civiles. Los linchamientos habrían estado justificados, pero nunca tuvieron lugar. Muchos aviadores aliados habrían sido salvados de las muchedumbres civiles por oficiales alemanes. Los alemanes se negaron a contemplar tales metodos, temiendo que terminasen en una matanza general de aviadores después de lanzarse en paracaidas. Como tantos otros crímenes alemanes, esta también quedó siendo una idea sin efecto (XXI 406-407 <<449-450>>, 472-476 <<522-527>>).

Otro crimen supuestamente cometido por Kaltenbrunner fue su responsabilidad por el así llamado «Kugelerlass« (Decreto de Bala). Esta habría sido una orden de ejecutar a prisioneros de guerra por medio de una máquina de medir el cuerpo (un aparato insensato probablemente inspirado por la absurda «máquina de Paul Waldmann« para romper cabezas por medio de un martillo accionado por un sólo pedal) (URSS-52, VII 377 <<416-417>>).

El «Kugelerlass«, Documento 1650-PS, de ser un documento auténtico -- lo que probablemente no es (XVIII 35-36 <<43-44>>) -- es una traducción incorrecta: el sentido de la orden es que los prisioneros que intentasen escapar habrían de ser encadenados a una «bola« de hierro («Kugel«), y no que hayan de ser matados con un tiro, o «bala« (también «Kugel«). La palabra «encadenados« aparece en el documento, pero no las palabras «disparar«, «tirar«, o «matar« (III 506 <<565>>; XXI 514 <<568>>); Gestapo Affidavit 75; XXI 299 <<332>>). El documento es un «telescrito«, eso es, que no hay firma (XXVII 424-428).

El término «Sonderbehandlung« (siempre traducido por «asesinato«) es un ejemplo de la fea jerga utilizada en cualquier burocracia; sería mejor traducido por «tratamiento individual especial« (en verdad, se trata de una palabra normal, encontrada muy a menudo en contratos de representación comercial). Kaltenbrunner logró probar que, en el contexto de un documento, la palabra significaba el derecho de beber champaña y de tomar lecciones de francés. La fiscalía había confundido un lugar de deportes invernales con un campo de concentración (XI 338-339 <<374-375>>); (XI 232-386 <<259-427>>; XVIII 40-68 <<49-80>>). El documento de deportes invernales es Documento 3839-PS, XXXIII 197-199, una «declaración«).



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"Israel en tanto que estado judío constituye un peligro no sólo para sí mismo y sus habitantes sino para todos los judíos y para todos los demás pueblos y estados de Oriente Medio y de más allá de esta región."

- Prof. Israel Shahak, autor antisionista israelí.


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