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El Jabón de Judío


Por Mark Weber

IHR, 1991



Uno de las demandas del Holocausto más pavorosas y calumniosas es el cuento de que los alemanes fabricaron jabón de los cuerpos de sus víctimas. Aunque se expuso como una broma un cargo similar durante la Primera Guerra Mundial, casi inmediatamente después, se reavivó, no obstante, y se creyó extensamente durante la Segunda. Más importante, esta acusación se "probó" en el Juicio Principal de Nuremberg de 1945-1946, y se ha confirmado autoritariamente por numerosos historiadores desde hace décadas. En años recientes, aunque como parte de una amplia retirada de los aspectos obviamente más insostenibles del "ortodoxo" cuento del exterminio, historiadores del Holocausto han concedido de mala gana que el cuento del jabón humano es una propaganda de los tiempos de guerra. En su retirada, sin embargo, estos historiadores han tratado de despedir el cuento del jabón como un mero "rumor" de tiempos de guerra, evitando mencionar que organizaciones judías internacionales y los entonces gobiernos Aliados aceptaron y sancionaron esta calumnia difamatoria.

En tiempo de guerra se rumoreaba que los alemanes fabricaban jabón de los cadáveres de Judíos muertos, lo que se basó en parte en el hecho que barras de jabón fueron distribuidas por autoridades alemanas en ghettos y en los campamentos con la impresion de las iniciales "RIF", que muchos aficionados de representan "Rein juedisches Fett" o "Grasa Judía Pura" (no pareció importarles que las letras eran "RIF" y no "RJF"). Estos rumores se difundieron extensamente en 1941 y 1942, y por eso, alrededor de 1942 las autoridades alemanas en Polonia y Eslovaquia expresaban preocupación oficial acerca del impacto de la noticia.

Según una fuente polaca citada durante la guerra en un Informe Confidencial de Inteligencia Militar del Ejército de U.S., los alemanes operaban una "fábrica jabón del humano" en 1941, en Turek, Polonia. "Los alemanes habían llevado miles de maestros polacos, sacerdotes y judíos hasta allí y, después de extraer el suero de la sangre de sus cuerpos, los habían tirado en grandes ollas y fundido la grasa para hacer jabón", agrega el informe de la inteligencia.

Macabros chistes del "jabón Judío" llegaron a ser populares en los ghettos y campamentos, y muchos no judíos de afuera vinieron a creer el cuento. Cuando trenes cargados con judíos deportados se detenía temporalmente en las estaciones de la ruta, reportes de los polacos dicen que les gritaban alegremente: "¡Judíos para jabón!". Igualmente, prisioneros de guerra británicos que se internaron en Auschwitz en 1944, testificaron más tarde que durante la guerra se rumorea de que se llegaban a hacer jabón con los cadáveres de las víctimas allí gaseadas.

A pesar de su inherente carácter no creíble, el cuento del jabón llegó a ser un rasgo importante de propaganda de la guerra Judía y Aliada. El Rabí Stephen S. Wise, que durante la guerra encabeza el Congreso Mundial Judío y el Congreso Americano Judío, públicamente declaró en noviembre de 1942 que los cadáveres de judíos eran "procesados en artículos de guerra tales como jabón, grasa y fertilizante" por los alemanes. Más tarde, anunció que los alemanes estaban "exhumanado igualmente a los muertos por el valor de los cadáveres", y pagaban cincuenta marcos por cada cuerpo.

A fines de 1942, durante la semana del Congreso, el Congreso Judío Americano publicó editoriales diciendo que los alemanes convertían a los Judíos "por métodos científicos de disolución en fertilizante, jabón y cola". Un artículo en la misma emisión informó también que deportados judíos de Francia y Holanda eran procesados en "jabón, cola y aceite para trenes" en por lo menos dos fábricas especiales de Alemania. Típico de muchas otras publicaciones periódicas americanas, el influyente New Republic informó a principios de 1943 que los alemanes estaban "usando los cuerpos de sus víctimas Judías hacer jabón y fertilizante en una fábrica de Siedlce."

Durante junio y julio de 1943, dos representantes prominentes del "Comité Judaico Antifascista", con sede en Moscú, recorrió los Estados Unidos y reunió más de dos millónes de dólares para la fuerza soviética de reuniones en una serie de reuniones en masa. En cada una de estas reuniones, el jefe judío-soviético Solomon Mikhoels mostró a la muchedumbre una barra de jabón que dijo hecha de cadáveres Judíos.

Después de la guerra, al cuento del jabón se le dio una importante legitimidad en el Juicio de Nuremberg. L. N. Smirnov, Principal Consultor de Justicia por la USSR, declaró en el Tribunal:

"...La misma base que racionalizó en las mentes de los SS técnicas que crearon las cámaras del gas y el carro de carga para asesinatos, empezó a inventar tales métodos de aniquilación completa de cuerpos humanos, que no sólo harían ocultar los rastros de sus crimenes, sino que también servían en la industria de productos seguros. En el Instituto Anatómico de Danzig, experimentos semi-industriales sobre la producción de jabón de cuerpos humanos se llevaron a cabo, así como el curte de piel humana para propósitos industriales".

Smirnov citó una larga declaración jurada por Sigmund Mazur, un empleado del Instituto, la que se aceptó en Nuremberg, archivos USSR-197. Alegaba este que el Dr. Rudolf Spanner, jefe del Instituto de Danzig había ordenado la producción de jabón de cadáveres en 1943. Según la declaración jurada de Mazur, las funciones del Dr. Spanner eran de interés del alta clasificación jerárquica para los oficiales alemanes. El Ministro de Educación, Bernhard Rust, y el Jefe de Salud, Dr. Leonard Conti, así como profesores de otros institutos médicos, dieron testimonio en favor de Spanner. Mazur también alegó haber usado el "jabón humano" para lavarse a sí mismo y para lavar ropa.

Una "receta" del jabón del humano, según se alega haber preparado el Dr. Spanner (Documento de Nuremberg USSR-196), fue presentada también. Finalmente, una muestra de lo que supuestamente era un pedazo de "jabón humano" se presentó en el Tribunal de Nuremberg como exhibición USSR-393.

Al cierre del Tribunal, el fiscal jefe británico, Sir Hartley Shawcross, replicó a su colega soviético: "En la ocasión, igual se usó jabón los cuerpos de sus víctimas por la excacez de los tiempos de guerra". Y en su juicio conclusivo, el Tribunal de Nuremberg decidió que "intentos se hicieron para utilizar la grasa de los cuerpos de las víctimas en la fabricación comercial de jabón."

Vale hacer notar que aquí, de la "evidencia" presentada en el Tribunal de Nuremberg por el cuento del jabón ficticio, ninguna era menos substancial que el "evidencia" presentada por las demandas de exterminio en masa en las "cámaras de gas". Por lo menos en el caso anterior, una muestra real de jabón supuestamente hecho de cadáveres se sometió en la evidencia.

Después de la guerra, supuestas víctimas del Holocausto fueron solemnemente enterradas, en la forma de barras del jabón, en cementerios Judíos. En 1948 por ejemplo, cuatro barras como aquellas se envolvieron en una mortaja de entierro ceremonial y, según ritual religioso judío, se les sepultó en el cementerio de Haifa, en Israel. Otras barras de "jabón Judío" se ha exhibido como áusteras reliquias del Holocausto en el Instituto Histórico Judío de Warsaw, el Museo Stutthof de Gdansk (Danzig), el Instituto Yivo de New York, el Museo del Holocausto en Filadelfia, el Centro del Holocausto Judío en Melbourne (Australia), y en varias localidades de Israel.

Numerosos judíos que vivieron en ghettos y campaos alemanes durante la guerra ayudaron a mantener el cuento del jabón vivo por muchos años después. Ben Edelbaum, por ejemplo, escribió en su Memoria Sobre el Holocausto, de 1980:

"A menudo, con nuestras raciones en los ghettos, los alemanes habían incluido una barra de jabón marcada con hierro con iniciales R.J.F. que vino a conocerce como jabón "RIF". No sería hasta que la guerra había acabado que supimos la terrible verdad sobre la barra de jabón. Nosotros sabíamos en el ghetto que por cada barra de jabón "RIF" se había acordado un entierro judío sagrado en el cementerio de Marysin. Cuando esto ocurría, éramos completamente ignorantes de su origen y que usábamos los huesos y la carne de nuestros seres aqueridos asesinados al lavar nuestros cuerpos."

Nesse Godin fue transferido de un ghetto judío en Lituania al Campo de Concentración de Stutthof en la primavera de 1944. En una entrevista de 1983, habló de su llegada allí:

"Ese día nos dieron una ducha y un pedazo de jabón. Después de la guerra nos enteramos que el jabón se hizo de Pura Grasa de Judío, Rienda Juden Fett, marcado en las iniciales en el jabón con el que me lavé. Por todo esto, a veces creo que ha de haber un poco de la grasa de mi padre en que jabón con el que me lavé. ¿Cómo piensa que me pongo cuando pienso eso?"

Mel Mermelstein, el preso de Auschwitz que con anterioridad había aparecido en abril de 1991 en la sensacionalista película del televisión por cable "Never Forget" (y quien demandó al Instituto de Revisión Histórica y a otros tres demandados por U$11 millones), declaró en un 1981 bajo juramento que él y otros presos del campamento usaron barras del jabón hecho grasa humana. Era un "hecho establecido", insistió, que el jabón con el que lavó con se hizo de cuerpos Judíos.

 

El renombrado "Cazanazis" Simon Wiesenthal repitió el cuento del jabón en una serie de artículos publicados en 1946 en el períodico austríaco de la comunidad judía Der Neue Weg. En el primero de estos escribió:

"Durante las últimas semanas de marzo el Romanian Press informó una extraña nota de noticias: En la pequeña ciudad romana de Folticeni se enterraron veinte cajas de jabón en el cementerio Judío con ceremonia y ritos del entierro completos. Se había hallado este jabón recientemente en un depósito del anterior ejército alemán. En las cajas estaban las iniciales RIF, "Pura Grasa Judía", se destinaron por las Waffen-SS. La envoltura empapelada reveló con objetividad completamente cínica que este jabón se fabricó con cuerpos Judíos. Sorprendentemente, la totalidad de los alemanes se olvidaron de describir si se produjo el jabón de niños, muchachas, hombres o personas mayores".

Wiesenthal sigue:

"Después de 1942, personal en el Gobierno General (Polonia) sabrían bien lo que el jabón RIF significaba. El mundo civilizado no creería la alegría con que los Nazis y sus mujeres en el Gobierno General pensaban sobre este jabón. En cada pedazo de jabón veían un Judío que había sido magicamente puesto allí, y se había impedido así la aprición de un segundo Freud, Ehrlich o Einstein".

En otro artículo observaba: "La producción de jabón de grasa humana es así increíble, y era para algunos de los que estaban en campos de concentración un hallazgo difícil de comprender."

Con el paso de los años, numerosos de los supuestamente honrados historiadores han promovido el cuento del jabón. El periodista e historiador William L. Shirer, por ejemplo, lo repitió en su best-seller, El Auge y Caída del Tercer Reich.

El principal propagandista de guerra soviético Ilya Ehrenburg, escribió en su memoria de postguerra: "he tenido en mi mano una torta de jabón estampado con la leyenda "Pura Grasa Judía", preparado de los cadáveres de personas a quienes se habían destruido. Pero nadie necesita hablar de estas cosas: ya se han escrito cientos de libros acerca de ellos."

Una historia normal estudiada en los libros de textos en uso en escuelas secundarias de Canadá: El Siglo XX, dice a estudiantes que los alemanes habían "hervido" los cadáveres de sus víctimas Judías "para hacer jabón". La Anatomía del Nazismo, un librito publicado y distribuido por la "Liga Anti-Difamatoria" Sionista de la B'nai B'rith, declaró: "El proceso de brutalización no acabó con los asesinatos en masa. Se fabricaron enormes cantidades de jabón de los cadáveres de esos asesinados".

En 1981, un detallado trabajo trabajo, Los Campos de la Muerte de Hitler, repitió el cuento del jabón con detalle pavoroso. Mientras nota que "unos historiadores alegan que la fábrica nazi de jabón de grasa humana es sólo un rumor austero", el autor, Konnilyn Feig, no obstante, acepta el cuento porque "más Escuelas de la Europa del Este... aceptan las historias del jabón, y otros tipos de barras hechas de humanos se encuentran en Europa Oriental-he visto muchas en estos años."

El Rabí de New York rabí Arthur Schneier repitió el cuento a la ceremonia de apertura de la reunión del Holocausto más grande de la historia. En su invocación a la "Recolección Americana de Sobrevivientes del Holocausto Judío", que tuvo lugar en Washington en Abril de 1983, el Rabí declaró solemnemente: "recordamos las barras de jabón con los iniciales RJF -Reind Jüdisches Fett, Pura Grada Judía- hecha de los cuerpos de nuestros seres queridos".

A pesar de todo llega a parecer una evidencia impresionante, el cargo de que los alemanes fabricaron jabón de seres humanos es una falsedad, como los historiadores del Holocausto ahora lo reconoces [belatedly]. La barra de jabón "RIF", con iniciales que supuestamente significan "Pura Grasa Judía" realmente indicaban nada más siniestro que "Centro de Provisión del Reich de Grasa Industrial" ("Reichsstelle für Industrielle Fettversorgung"), una agencia alemana responsable de la producción y distribución de jabón y productos de lavado durante la guerra. El jabón RIF era un sustituto de pobre calidad, que no contuvo nada de grasa, ni humano ni de otro origen.

Poco después de la guerra, la oficina de la fiscal público de Flensburg, Alemania, empezó procedimientos legales contra Dr. Rudolf Spanner por su alegado papel en la producción de jabón humano en el Instituto de Danzig. Pero después de una investigación, se dejó caer el cargo calladamente. En una carta de enero de 1968, la oficina declaró ese su interrogatorio había determinado que en el Intituto de Danzig, durante la guerra, nunca se hizo jabón de cadáveres humanos.

Más recientemente, historiador Judío Walter Laqueur "negó historia establecida" al reconocer en su libro de1980, El Secreto Terrible, que el cuento del jabón humano no tiene ninguna base en la realidad. Gitta Sereny, otro historiador Judío, escribe en su libro En Esa Oscuridad: "El universalmente aceptado cuento de que se usaron cadáveres para hacer jabón y fertilizante es finalmente refutada por la muy fiable Autoridad Central de Ludwigsburg para la Investigación de los Crímenes Nazis."

Deborah Lipstadt, una profesora de historia moderna Judía, semejantemente "volvió a escribir historia" cuando confirmó en 1981: "Es un hecho que los Nazis nunca usaron los cuerpos de Judíos, y el de ningún otro, para la producción de jabón."

En Abril de 1990, el profesor Yehuda Bauer de la Universidad Hebrea de Israel, observó como uno de los principales historiadorer del Holocausto, tan conocido como Shmuel Krakowski, director de los archivos del Centro del Holocausto Yad Vashem, de Israel, asegurando que el cuento del jabón del humano no es verdadero. Presos de los campos "fueron preparados para creer cualquier cuento de horror acerca de sus persecutores", dijo Bauer. Al mismo tiempo, sin embargo, él tenía el chutzpah para censurar la leyenda de "los Nazis."

De hecho, reproche por el cuento del jabón queda más bien con individuos como Simon Wiesenthal y Stephen Wise, organizaciones como el Congreso Mundial Judaico, y los victoriosos Poderes Aliados, ninguno de los cuales se ha disculpado alguna vez por promover esta vil falsedad.

¿Qué cosa haría que Bauer y Krakowski decidieran que es éste el tiempo apropiado para abandonar oficialmente el cuento del jabón? Krakowski mismo da indirectas de que una gran parte de la motivación por esta "retirada táctica" ha estado en preservar las mentiras sobre un Holocausto que se hunde, enviando a tirar por la borda las falsedades más evidentes. Ante el creciente desafío Revisionista, las más falsedades más fácil de comprobar como tales, como las historias del jabón, han llegado a ser puntos peligrosos porque levantan dudas acerca de la totalidad de la leyenda del Holocausto. Como Krakowski lo estableció: "Los historiadores han concluido que ese jabón no se hizo de grasa humana. Mientras muchas personas niegan que el Holocausto alguna vez ocurrió, ¿por qué darles entonces algo para usar en contra de la verdad?."

La mala fe de los fabricantes de ésta calculada y tardía concesión es mostrada por su fracaso al notar que el mito del jabón era autoritariamente "confirmado" en Nuremberg, y por su falta de disposicuón para tratar las implicaciones de esa confirmación para la credibilidad del Tribunal y de otras autoridades supuestamente fidedignas para establecer otros aspectos más fundamentales del cuento del Holocausto.

El contraste llamativo entre el sugerida repudio de la postguerra por el gobierno británico del infame fraude del "jabón humano" de la Primera Guerra Mundial, y la manera en que un cuento semejante de la propaganda, en la Segunda Guerra Mundial, se validó oficialmente sin base por los victoriosos Poderes Aliados, y entonces autoritariamente se mantuvo por muchos años, no sólo demuestra la falta de integridad de parte de muchos historiadores Occidentales, sino que destaca la declinación general de las normas éticas Occidentales durante este siglo.

El cuento del "jabón del humano" demuestra nuevamente el impacto tremendo de un rumor de tiempos bélicos, por fantástico que sea, puediendo llegar en algún momento a tomar validez, especialmente cuando se disemina como una propaganda por individuos influyentes y organizaciones poderosas. Ese así como muchas inteligentes y reflexivas personas alguna vez pueden haber llegado a creer seriamente que los alemanes distribuyeron devergonzadamente barras de jabón etiquetada con notas indicando que se fabricaron de cadáveres Judaíos, demostrando cómo realmente las fábulas del Holocausto más absurdas pueden ser-y son- aceptadas como un hecho.



ACERCA DEL AUTOR

Mark Weber es editor de The Journal of Historical Review (El Periódico de Revisión Histórica), publicado en seis ediciones anuales por el Instituto por Revisión Histórica. Estudió historia a la Universidad de Illinois (Chicago), la Universidad de Munich, la Universidad Estatal de Portland, y la Universidad de Indiana (M.A., 1977). Por cinco días, en marzo de 1988, testificó como un reconocido testigo experto sobre la "solución final" y debates sobre el Holocausto en un caso de la Corte Distrito de Toronto. Es autor de muchos artículos publicados, repasos y ensayos en aspectos varios de historia moderna europea. Weber ha aparecido como un huésped en numerosos programas radiales, y en el programa de televisión del sindicato de nacionalidad "Montel Williams".

Institute For Historical Review, Post Office Box 2739, Newport Beach, California 92659, USA.

 


"Israel en tanto que estado judío constituye un peligro no sólo para sí mismo y sus habitantes sino para todos los judíos y para todos los demás pueblos y estados de Oriente Medio y de más allá de esta región."

- Prof. Israel Shahak, autor antisionista israelí.


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